Megalópolis CDMX. La Capital Barroca
No hay duda de que la Ciudad de México alcanzó su mayor esplendor en la etapa barroca de los siglos XVII y XVIII, al grado de que casi no quedó nada de los siglos anteriores, pero dentro de ese estilo hubo distintas variantes que marcan un desarrollo histórico y artístico particular, desde el sobrio clasicismo hasta los excesos ornamentales del barroco y la reacción racionalista del Neoclásico. No obstante la diversidad de modas, en la capital novohispana se desarrollaron rasgos que la distinguen de otras ciudades coloniales y le daban un aspecto inconfundible, tal como el color de sus paredes, los contrastes entre diferentes materiales constructivos, la forma y decoración de sus conventos o la predilección por cierto tipo de columnas, retablos o las fachadas que vemos en nuestro Centro Histórico.