2019-10-04

FERNÁN GONZÁLEZ DE LA VARA

Durante siglo y medio, la Ciudad de México fue el centro del reino más rico y poderoso del hemisferio occidental, su dominio llegó a extenderse desde el norte de California hasta el istmo centroamericano, y no había otra urbe en el continente que rivalizara con ella en grandeza y señorío. Aunque era una ciudad compacta para nuestros estándares actuales, estaba llena de joyas artísticas, de enormes conventos y suntuosas iglesias, de mansiones nobles que competían entre sí por ser las más opulentas. Gran parte de este esplendor ha logrado sobrevivir a pesar de los constantes cambios que ha sufrido nuestro centro histórico, pero también una gran parte de las construcciones coloniales han sido destruidas. Es mucho lo que queda y mucho lo que se ha perdido, pero nos alcanza para imaginar cuán fabulosa llegó a ser la capital de la Nueva España.