2020-01-27
FERNÁN GONZÁLEZ DE LA VARA
En el siglo XVIII, una constelación de villas, pueblos y haciendas se extendía alrededor de los lagos que aún subsistían en el fondo de la Cuenca de México. Un nuevo tipo de sociedad se había desarrollado sobre los antiguos dominios del Imperio Azteca sustituyendo modos de vida, tradiciones y creencias ancestrales. Una nueva religión se había impuesto y su sello era visible en la multitud de torres y cúpulas que se levantaban en medio de las comunidades, y varios santuarios eran motivo de constantes ceremonias y peregrinaciones. Ese mundo subsistió con pocos cambios hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando la modernización arrasó con las formás de vida tradicionales, al demoler casas antiguas, separar barrios y pueblos con grandes vías de comunicación, y envolver villas en medio de la masa urbana. Algo queda todavía y algo más podría rescatarse.