Biblioteca Palafoxiana

Athanasius Kircher (1602-80), Arca Noë

Publicamos ahora esta obra conservada por la Biblioteca Palafoxiana, del singularísimo y formidable teólogo, orientalista y científico alemán, Athanasius Kircher: el Arca de Noé, publicada en 1675. Como era costumbre de Kircher, esta obra latina contiene textos en numerosas lenguas antiguas (griego, hebreo, siríaco, copto), en su tipografía propia, así como más de cien grabados en madera.  Su propósito es insólito: darle un uso científico a la historia bíblica del diluvio, para documentar la historia humana, animal y material antes y después de ese gran suceso, que daba por cierto y quería conocer o imaginar en todos sus detalles.

En un siglo donde la ciencia experimental avanzaba con paso firme en Inglaterra, Italia y el mundo protestante, el jesuita Kircher logró evadir la censura que había caído sobre Giordano Bruno y Galileo, y participó en primera línea en los avances de la ciencia en materias tan variadas como óptica, música, física, astronomía, ciencias naturales e historia. Su indudable genio lo hizo adelantarse a sabios como Descartes y Newton; sin embargo, lo suyo no era tanto la experimentación y por supuesto tampoco la separación de ciencia y religión. Por el contrario, dentro de la tradición hermética, se proponía encontrar en la obra divina el sentido del mundo, su esencia, y las correspondencias secretas entre todas las cosas, sin que esto significase, como era la tendencia de la escolástica católica, un estrechamiento del conocimiento y el pensamiento. Kircher encabezó un renacimiento del conocimiento católico basado en la extensión geográfica de su orden: la Compañía de Jesús, en cuyos colegios y misiones se estudiaban lo mismo China, Japón, la India y el Nuevo Mundo, el pasado remoto y las culturas de su presente. Kircher contribuyó en forma decisiva a dar a los jesuitas la función de reunir y dar un sentido católico a los tesoros del mundo, a hacer de Roma el microcosmos del catolicismo. Después, a fines del siglo XVII, el papado quitaría esa función a la Compañía por medio de su Congregación de la Propaganda Fide.

No contento con presentarse, con cierta inconsistencia pero con mucho poder de convencimiento, como el mayor traductor de jeroglíficos y de las lenguas orientales antiguas, Kircher descubrió o inventó documentos arcanos para revelar los mayores secretos del pasado o del universo: prometió, pero nunca mostró, un manuscrito babilonio que contenía las claves para el desciframiento de los grandes misterios del mundo. Parte de la gracia de la inmensa obra del todólogo Kircher fue que gustaba de plasmar sus hallazgos en objetos: sus enseñanzas eran visuales y espectaculares. Creó en el Collegio Romano, la universidad jesuita de Roma, un increíble museo donde cobraban vida sus inventos mecánico-metafísicos: aparatos de medición, de demostración del magnetismo, cajas de música, juegos ópticos; un aparato, poligraphia nova et universalis, que contendría y traduciría todas las lenguas del mundo; un reloj de girasol (que solo mostró en grabado); en la torre del colegio jesuita de Avignon instaló un reloj de sol que era una réplica del cosmos, con un sistema de espejos que debía mostrar el movimiento de los planetas, la posición de las estrellas y las diferencias horarias del mundo.

Por cierto que Kircher obtuvo alrededor de 1665 el que podría denominarse el libro más extraño de la historia, actualmente llamado el Manuscrito Voynich (Beinecke MS 408, Universidad de Yale). Perteneció a la biblioteca del emperador checo Rudolf II (1576-1612) y tenía ya entonces un poderoso atractivo en los medios alquimistas y ocultistas. Un médico checo lo envió a Kircher para que lo descifrara, y permaneció en la biblioteca de éste hasta la confiscación de la misma después de 1871. Cerca de tres siglos y medio después de que lo recibiera Kircher, este manuscrito, papel y texto elaborados con seguridad en el siglo XV, permanece completamente indescifrable, a pesar de los esfuerzos obsesivos lo mismo de medievalistas que de los mayores criptólogos de la guerra fría. Representa en particular muchas plantas que no solo son inexistentes en la naturaleza sino de características botánicas imposibles. Su texto, muy repetitivo, de impecable letra, nunca ha sido descifrado.

Su fama de gran sabio se conjuntaba con una inmensa popularidad: vendía mucho y no era ajeno a la autopromoción por medio de recursos de mercadotecnia tales como incluir en sus libros, como en el Arca de Noé, la lista de sus libros pasados y, sobre todo, anuncios de las obras por venir, varias de las cuales nunca aparecieron.

Al publicar en Amsterdam, sus libros se vendieron también en la Europa protestante. El Arca de Noé fue publicada por Johann Jansson. Tres grabados de la obra, los mejores según John J. Burns, están firmados por Coenraet Decker, artista de Amsterdam: Retrato de Carlos II, Rey de España; Noé y su progenie, y Montañas sumergidas. El Arca de Noé incluye además la más grande ilustración de toda su obra: un grabado de 39 x 17 ½ pulgadas, constituido por tres láminas separadas.

El Arca de Noé fue una de las últimas obras de Kircher. Junto con su Turris Babel, se inscribe en el esfuerzo de muchos sabios de la época, particularmente el francés Joseph Justus Scaliger, por comparar y establecer las cronologías de la historia natural -la naturaleza tiene historia, no es una creación divina perfecta y eterna- y humana del mundo -pueblos y lenguas-, lo cual significaba el riesgoso esfuerzo de ahondar la profundidad del pasado más allá de su origen judeocristiano, el diluvio, lo que ya jesuitas estudiosos de los anales históricos chinos estaban realizando. Todo ello suponía problemas complejos, teóricos o teológicos.

Respecto a los jeroglíficos y documentos históricos, necesarios para reconstruir las cronologías antiguas, había que integrar de alguna manera la historia y tradiciones sacras y paganas. Kircher avanzó en ese camino integrando particularmente la historia y la cultura del Egipto antiguo al legado cristiano. Y respecto a los fósiles y otros objetos misteriosos de la naturaleza, ¿los vegetales representados en piedra eran prueba de la creatividad divina -Kircher vio hábitos de monje en paisajes rocosos- o una transformación orgánica operada sobre vegetales reales? ¿Y cómo llegaron plantas marinas a la cima de montañas? Sobre esto último, una teoría prevaleciente en la época era la de una gigantesca dispersión geográfica provocada por el diluvio universal; de ahí parte del interés en este suceso bíblico convertido en "parteaguas" natural, y en lo que ocurrió antes: la historia antediluviana.

Buscando adaptar la prolijidad de lo real a la historia sacra, tomada ésta al pie de la letra, Kircher incluye en el Arca de Noé clasificaciones y esquemas minuciosos de las especies animales que hubieran cabido en el Arca de Noé. Como éstas no pasaban de unas cincuenta parejas, propone la teoría de los animales híbridos. De aquellas especies elegidas para el Arca hubieran salido todas los demás: las jirafas, por ejemplo, serían resultado de la mezcla de camellos y leopardos.

Athanasius Kircher nos interesa en México por el gusto que por su obra tuvieron Sor Juana Inés de la Cruz y Carlos de Sigüenza y Góngora, entre otros sabios y religiosos interesados en sus invenciones científico-metafísicas y en sus afanes de integración de historia y geografía sacras y profanas. En el prefacio de Itinerarium exstaticum (1656), Kircher escribió que el descubrimiento de América expandió el conocimiento del cosmos del mismo modo que el telescopio permitió conocer nuevos cuerpos celestes (Paula Findlen: 338). El pintor Miguel Cabrera retrató a Sor Juana con un librero tras ella, en el que destaca, discretamente suspendido en el aire, un tomo de Kircher. Sor Juana inventó un término, "kirkerizar", en donde muestra tanto su espíritu juguetón como su simpatía por el afán kircheriano de buscar correspondencias ocultas entre todas las cosas, por medio de sabias o mágicas combinaciones: "la combinatoria,/en que a veces kirkerizo". La autora Paula Findlen, como antes que ella Octavio Paz, hace una lectura del Primero sueño de Sor Juana como una pieza kircheriana: en su forma narrativa, inspirada en el sueño cósmico del Itinerarium exstaticum, y como una construcción en buena medida visual, misteriosa, hecha de luces y sombras, juegos de espejos, fantasmas, inspirada en la linterna mágica, famoso artefacto expuesto por Kircher en el Collegio Romano.

El interés de Sigüenza por Kircher fue propiamente científico. Con ocasión del cometa que apareció en noviembre de 1680, mes por cierto de la muerte de Kircher, estudió numerosas obras del alemán, el Mundus subterraneus y el Arca Noë entre ellas, en el afán de liberar a los cometas de las supersticiones del vulgo. Después de su Manifiesto filosófico contra los cometas despojados del imperio que tenían sobre los tímidos (1681), su obra Libra astronómica y filosófica (1691) rivalizó sobre el mismo tema con la del padre Eusebio Francisco Kino (Exposición astronómica del cometa, 1681), quien a su vez había estudiado, antes de llegar a la Nueva España, con un discípulo alemán de Kircher (Findlen: 331).

François Guillot o Francisco Ximénez, director del Colegio del Espíritu Santo (jesuita) de Puebla, había conocido de joven, en Francia, a Athanasius Kircher. Le regalará al obispo poblano Diego Osorio de Escobar ejemplares de sus obras, e introducirá la obra kircheriana a un joven estudiante del colegio, el michoacano Alejandro Fabián, quien intercambiará objetos singulares con Kircher y tendrá con él una vívida correspondencia. Para Kircher, Fabián mandó elaborar, en el arte plumario de la tradición mesoamericana, retratos de San Atanasio, San Pedro, los cuatro padres de la iglesia, Ignacio Loyola y el Papa Alejandro VII. Y la idea jesuita y kircheriana de un imperio cristiano universal, que integraría el mundo pagano del Oriente hasta la propia Puebla de los Ángeles, se reflejará también en la obra del jesuita Alonso Ramos, rector del colegio de Puebla, confesor y biógrafo de la mística hindú-poblana Catarina de San Juan (1608-1688). Finalmente, Francisco de Florencia, el gran autor de la Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús de Nueva España (1694) tiene a decir de Paula Findlen una fuerte influencia kircheriana. Podemos leer sobre la notable influencia de Kircher en el mundo novohispano de la segunda mitad del siglo XVII en Paula Findlen: "Athanasius Kircher and his American readers", parte de su antología de estudios sobre Kircher llamada Athanasius Kircher: The Last Man Who Knew Everything. En esta obra también el gran autor científico Stephen Jay Gould reproduce la portada de un ejemplar de un libro de Kircher, Diatriba (1661), en el que su dueña, una monja mexicana, escribe: "Ego Maria Petronilla Enrriquez de Guzman librum legi a prima usque ad ultimam paginam": "Yo, María Petronila Enríquez de Guzmán, leí el libro desde la primera hasta la última página".

Los papeles de la Inquisición registran la entrada de un ejemplar del Arca Noë a la Nueva España en 1699, a manos de Juan de Soto Noguera: pudo ser el ejemplar de la Biblioteca Palafoxiana que ahora publicamos. En su cuarta imagen (junto a la Dedicatoria) y en la p. 61 alguien escribió en tinta: "de la librería del convento del Espíritu Santo de la Puebla". Esa librería y ese convento de la ciudad de Puebla estaban asociados al Colegio del Espíritu Santo (hoy parte del Edificio Carolino), que dirigió el mencionado Francisco Ximénez.

Cotejando este tomo con el ejemplar publicado en el sitio francés Gallica, de la Biblioteca Nacional de Francia, hemos observado que al nuestro le faltan siete ilustraciones, así como precisamente el índice de iustraciones, Index Figurarum, que por cierto no sigue exactamente las del libro (es probable que haya sido elaborado antes de su terminación). El ejemplar de Gallica no incluye la ilustración final de la obra, que sí contiene nuestro ejemplar: Arbor Genealogiae Noëtica, Árbol genealógico de Noé.

Los faltantes son:

Typus laborum in exstruction, p. 28
Arca in 3 contignationes divisae Figurae III. P. 47
Optica projectio trium Arcae contignationum, tribus Tabulis, p. 116 (dos páginas)
Ingressus Animantium intra Arcam, p. 122
Miserabilis hominum status in principio Diluvii, p. 127
Diluvii ante diminutionem aquarum status, p. 154
Sacrificium Noë post Diluvium, p. 168

Las páginas indicadas son aquellas junto a las cuales figuraba la ilustración.


Bibliografía

http://barzaj-jan.blogspot.mx/2014/01/el-arca-de-noe-de-athanasius-kircher.html. Post del 7 de enero de 2014.

John J. Burns Library Blog. https://johnjburnslibrary.wordpress.com/2013/05/06/kircherarcanoe/ Consultado el 10 de enero 2017.

Duffy, Eamon, "Secret Knowledge –or a Hoax? The Voynich Manuscript", en The New York Review of Books, April 20, 2017.

Findlen, Paula. Athanasius Kircher: The Last Man Who Knew Everything. New York, Routledge, 2004.

Godwin, Joscelyn. Athanasius Kircher’s Theatre of the World. London, Thames & Hudson,  2009.

___________________, La búsqueda del saber de la antigüedad. Editorial Swan, 1986.

Kircher, Athanasius, El Arca de Noé. Traducción y edición de Atilano Martínez Tomé. Ediciones Octo, 1989.

Paz, Octavio, Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. México, Fondo de Cultura Económica, 1982.