Archivo General de la Nación
Guillén de Lampart, "Orden y votos, institución de justicia evangélica", en Regio Salterio, AGN, ramo Inquisición, vol. 1497, ff. 425v - 427r.
Este texto en español, un borrador inconcluso, se encuentra inserto entre los salmos 499 y 500 de los 918 que componen el Regio salterio (ff. 373r-489v), escrito como se sabe en latín. El autor había destinado a este apartado cuatro hojas más, que quedaron en blanco (y están actualmente numeradas como 427 w, x, y, z).
Rodrigo Ruíz de Zepeda, autor del reporte (publicado en esta BDMx) del Santo Oficio sobre el Auto de Fe donde pereció Lampart (1659), describe así el Regio salterio, haciendo mención al Orden y votos :
Y este Psalterio fue una continuada narración y celebración de sobrenaturales revelaciones, apariciones y milagros en orden a persuadir que Dios le había constituido por autor de él, y enviádole por escritor, profeta y predicador para defender la fe católica y la justicia evangélica, instituyendo y gobernando un pueblo que había de vivir en grande pureza y ejercicio de virtudes (p. 125).
Esto último no es una mala descripción de la transfiguración que supone el Orden y votos, que no propone un proyecto sino declara instituido un nuevo orden monástico que Lampart gobernaría. En el título en latín del Regio salterio se lee: "Con justicia compuse los siguientes salmos antes de convertirme totalmente de lo mundano al Señor". Es en efecto el testimonio de quien se ha "convertido al Señor". No es un proyecto ni un deseo, sino una realidad: una transfiguración cristiana, que anula la cárcel donde el autor llevaba ya unos ocho años. Es también un acto de magia: por la sola intención, si ésta es lo suficentemente ardiente y pura, podemos evadir cualquier encierro mundano y acceder a una realidad alterna, donde somos libres y trabajamos activamente para establecer un orden religioso y social, la "institución de justicia evangélica".
Porque, además de una obra de mística, es también un ejercicio de planeación de un orden monástico, que incluye un estricto orden católico para la población, la asistencia a los desvalidos y la aplicación de la justicia. Este texto inicia con los votos que el propio autor se impone:
En su presencia (de Dios) postrado, invocando por testigos y abogados a la serenísima virgen, los coros de los ángeles y santos del cielo, me submito y me obligo espontaneamente a la observancia verdadera...
"en pública presencia del mundo para más exacto rigor" añade el siempre verbal Lampart. Los votos incluyen normas de ética que deben haber resonado en los oidos de sus verdugos: "hago votos de nunca torcer la justicia ni recibir soborno, ni de venderla, ni de confiscar bienes del prójimo con capa della, sino de administrarla por su naturaleza". También debe haber resonado en oidos del tribunal de la inquisición esto, referido a "edictos", que recuerda varias de las ideas caras a Lampart:
# Edictos. Edicto en todas partes contra delitos de justicias, para que todos con celo de Dios se opongan a injusticias con razón, no con violencia de armas, y descubran cohechos y mal ejemplo de los que administran la justicia, si cumplen santamente con su regla y obligaciones, prueba de tres testigos. Y si padecen agravios por defensa de la virtud, el premio será jueces dellos en darles justamente el castigo que ellos injustamente dieron, y serán preferidos en el puesto de cualquier calidad que sean, etcétera.
Los "apuntamientos" de la justicia evangélica, referidos a una "archicofradía evangélica", están destinados a colegiales o a muchachos, y sus estatutos se detallan con precisión, aunque se trate de un borrador inconcluso, de apuntamientos, confusos sobre todo para un lector de nuestros tiempos.