Benson Latin American Collection
El mapa sitúa al sur-poniente el pueblo de Yuriria, con su notable convento agustino, pero su centro es la laguna de Yuriria y dentro de ésta, la “isla Liceaga”. Es una descripción visual de la toma de Yuriria por las tropas realistas el 1 de noviembre de 1812, con la disposición de las fuerzas en esa batalla y el inventario -recuadros de la parte derecha e inferior- de lo hallado en la isla Liceaga.
Arriba de la isla están representadas las “canoas enemigas”. Al sur de la laguna se halla el embarcadero de las tropas del rey, con su campamento y batería. La tropa realista se distingue por sus sombreros negros. Los insurgentes, por sus banderas y pantalones rojos. La representación es delicada y graciosa, pero no exenta de realismo: al oriente de un árbol y una estaca cuelgan dos ahorcados; un soldado fusila a un insurgente de rodillas.
Gracias a Lucas Alamán tenemos el nombre del autor de éste u otro plano del mismo tema: “tengo también a la vista (...) el plano de la isla formado por el teniente de Toluca, D. Francisco González de Terán, dedicado al padre de Iturbide”.(1) Es muy posible que este plano haya pasado de las manos de Alamán a la biblioteca de Genaro García, y que por ello haya parado, en 1921, en el fondo de éste en la Colección Latinoamericana Nettie Lee Benson, como sugiere su bibliotecario José Montelongo.
Agustín de Iturbide, haciendo su carrera militar al servicio de las fuerzas realistas, fue quien combatió y derrotó las fuerzas rebeldes y destruyó el fuerte de la isla de Liceaga ese 1 de noviembre de 1812. La primera acción contra los guerrilleros comandados por el insurgente José Liceaga ocurrió la noche del 23 de julio de ese año, en el Valle de Santiago. Como ocurriría varias veces en su vida, Liceaga huyó a tiempo, pero la “enorme banda de guerrilleros” que ahí se encontraba opuso una tenaz resistencia y la matanza resultante fue muy grande.
Huyendo del Valle de Santiago, Liceaga y sus hombres se atrincheraron en dos islotes del lago de Yuriria, que un ingeniero británico llamado Nelson fortificó. Ahí Liceaga estableció su “Imprenta Nacional del Norte”, que alcanzó a publicar, escribe el cronista José Luis Chávez Orozco, el primer y segundo número de la "Gaceta del Gobierno Americano en el Departamento Norte" que salieron a la luz los días 23 y 30 de septiembre de 1812, con la leyenda: "Isla de Liceaga, Imprenta Nacional del Norte".(2) Un parte de guerra enviado por el coronel Antonio Julián Velasco a Liceaga el 17 de septiembre de 1812, que podemos leer reproducida en facsímil, aparece en la Gaceta del Norte N. 1: informa que Velasco y el coronel Rubí atacaron al enemigo realista en Yuririapúndaro: “hemos logrado lanzarlos, aunque se habían encerrado en el convento de San Agustín (...) todos echamos pie a tierra y seguimos al enemigo que se escapaba cubierto de una niebla muy espesa hasta las inmediaciones del valle” (3).
En este mapa producido por las fuerzas realistas, la isla conserva el nombre de “Ysla Liceaga”. La fortificación es descrita con cuidado en una Nota al margen derecho del mapa. El margen inferior contiene la descripción de las “Fábricas que se hallaron en las dos yslas, con expresión de sus tamaños”: los insurgentes habían establecido en sus dos isoltes fortificados talleres de herrería, carpintería, un área para fundición de balas “sin acabar de techar”, fábrica de monedas con hornillas “con cuatro troqueles, uno para pesos, otro para pesetas, otro para reales y otro para medios”. Un horno para fundir cañones se encontraba bajo un techo de tejamanil. Había también “una casa para tienda y panadería con horno y amasijos”; “dos piezas para parque cuadradas de 6 varas con sus paredes de piedra”; “una casa sin acabar para habitación del comandante de isla con tres piezas”; una galera para la fábrica de pólvora y 54 barracas de tule. Y aclara una nota final: “A las orillas de la ysla hay un espesísimo tular”.
Las construcciones y fábricas fueron levantadas y utilizadas al calor de varios combates. Hay que añadir el esfuerzo tipográfico que no menciona el informe realista, seguramente porque Liceaga al retirarse de la isla llevó consigo la imprenta.
Los primeros ataques de Iturbide contra el fuerte de Liceaga tuvieron el propósito de despejar de rebeldes los alrededores, “desde el 9 de setiembre en que dio principio a estas operaciones, hasta asentar su campo en Santiaguillo frente a la isla”: 19 escaramuzas en 40 días. Además de los insurgentes muertos, “fueron hechos prisioneros el coronel Francisco Ruiz y el teniente coronel de artillería Francisco Valle, conocido por el `negro habanero´, a quien Iturbide hizo pasar por las armas” (Alamán, p. 268-269).
Ya establecido el campamento de Iturbide en la ribera frente a las islas, sigue Lucas Alamán:
Liceaga al aproximarse el peligro se alejó de él retirándose de la isla, pues nunca obtuvo fama de valiente, y quedó mandando en ella el P. D. José Mariano Ramírez con doscientos hombres.
D. Carlos Bustamante dice de este eclesiástico, que era subdiácono y que siempre admiró en él buenas disposiciones para puntear una guitarra y divertir un estrado de damas: pero que no tenía otras.
Con fecha del domingo 1o de noviembre de 1812, [Iturbide] escribió en su diario lo siguiente: “A las dos de la mañana la notoria isla Liceaga fue capturada por sorpresa sin pérdida de uno solo de los soldados o escape de un solo rebelde.(4)
Fueron cogidos el P. Ramírez, coronel y comandante de la isla; José María Santa Cruz, mayor de plaza; Tomás Moreno, comandante de artillería; el inglés Nelson, que hacía de ingeniero y dirigió la construcción de las fortificaciones; y Felipe Amador, ordenado de menores, que conducidos a Irapuato fueron pasados por las armas. (...) La pérdida de los realistas fue corta, no pudiendo ser grande según el número de armas que en la isla se tomaron, pues aunque había ocho cañones de varios calibres, no se encontraron más que unos treinta fusiles o escopetas servibles. (...) De los defensores no se escapó uno solo, pues los que no cayeron en manos de Iturbide en el fuerte o de la caballería destacada en las riberas de la laguna, perecieron en el agua a la que se arrojaron.
El 17 de abril de 1813 nuevamente estuvo de paso por Yuriria, Iturbide, quien al día siguiente atacó por el Puente de Batanes en Salvatierra a Ramón Rayón; tomó 60 prisioneros y los mandó fusilar a la salida del puente no obstante de ser Viernes Santo.
El 2 de julio de 1815 fray Francisco de la Quinta Ana tuvo que enfrentar la destrucción por incendio del templo y del portal de los peregrinos; hecho ejecutado por las hordas vandálicas de un sacerdote de nombre José Antonio Torres, pirómano de oficio y cura cooperador de Huanímaro. La destrucción de los retablos centrales con su sillería del coro y los retablos de los cruceros, uno de los cuatro de estilo churrigueresco forrado de oro y otra arquitectura salomónica. También fue destruido con los cantores cuyo techo era artesonado de madera lo mismo que las puertas del templo.