Archivo Histórico del Estado de Tlaxcala
Un “Rey legítimo por Divino Mandamiento” para Tlaxcala y “todo este reyno”, 1779
El gobierno indio de Tlaxcala recibió en 1779, pero no sabemos si leyó en sesión plenaria o solamente archivó, este inusual escrito presentado por el “Rey legítimo por Divino Mandamiento”, “el Soberano Señor Don Pedro Vicente Ormigo Durán, Infante del Morro”. Aunque hace también, oscuramente, referencia a algunos símbolos tlaxcaltecas (como la mención del Sagrado Pájaro), el advenimiento de este “santo y sagrado rey”, ungido desde su nacimiento por el propio Jesucristo, es legitimado por una abundancia de símbolos tanto cristianos como monárquicos: “es rey y señor de dos coronas imperiales de dos cetros”, le fueron conferidas la sagrada corona de espinas, las llaves del reino, el sagrado sello, “las Armas de éste su reino”.
El solemne anuncio del advenimiento de este rey tenía lugar ese 21 de junio de 1779, por medio de una “pintura” que figura en la primera página de este escrito: las dos coronas y entre ellas, la corona de espinas; las tres cruces y las llaves del reino. El escrito sugiere que este rey nació en la “ilustre Villa de San Miguel en el Valle de Santa María” -acaso San Miguel el Grande o de Allende-. De la buena nueva el gobernador de los caciques tlaxcaltecas debía dar aviso a los gobernadores indios de todo el reino y al obispo de Puebla. La Audiencia de México y al Arzobispo de México ya habían sido notificados.
El tono es profético, milenarista; este rey al autoproclamarse niega al otro, el rey de España, por lo que anuncia también una insurrección contra el orden establecido.
Como señaló el historiador Felipe Castro, fue éste un movimiento que apareció en varios puntos de la Nueva España, sobre todo en el Septentrión o Norte, todos referidos al “gobernador de Tlaxcala”. La filiación tlaxcalteca se encuentra también en la cercanía con colonias tlaxcaltecas del Septentrión, particularmente Colotlán (al suroeste de Zacatecas). Los privilegios que los tlaxcaltecas obtuvieron para su provincia y sus colonias, contrastados con la miseria real en que se encontraba la provincia en la segunda mitad del siglo XVIII, pudieron contribuir a una rebeldía, un afán de excepcionalidad, a la insumisión respecto de la autoridad del rey. Personajes que dijeron ser hijos del “gobernador de Tlaxcala” aparecieron, en 1771 en Nueva Vizcaya, donde el indio José Carlos Ruvalcaba declaró que “ya no hay rey de España porque (él) ya le había quitado su Corona”; en 1800, el mucho más estudiado Rey Mariano de Tepic provocó una marcha de centenares de indios sobre esa ciudad, en insumisión a los españoles y abierto desafío a la autoridad del Rey; otros emisarios suyos aparecieron en Durango, en Colotlán y en el Nuevo Reino de León, en 1801.
El historiador Jaime Cuadriello descubrió este escrito y publicó una transcripción de él en Las glorias de la República de Tlaxcala (2004).
Bibliografía
Felipe Castro Gutiérrez, “La rebelión del indio Mariano (Nayarit, 1801)”, Estudios de Historia Novohispana 10 (1991): 347-367.
Felipe Castro Gutiérrez y José Luis Mirafuentes, “El príncipe tlaxcalteco: tema y contenido en la ideología de la insurgencia popular”, en Historia y sociedad en Tlaxcala. Memorias del 4o. y 5o. Simposios Internacionales de Investigaciones Socio-Históricas sobre Tlaxcala. Octubre 1988 y octubre 1989. Gobierno del Estado de Tlaxcala, Instituto Tlaxcalteca de Cultura, Universidad Autónoma de Tlaxcala, Universidad Iberoamericana, 1991.
Jaime Cuadriello, Las glorias de la República de Tlaxcala, o la conciencia como imagen sublime. México, Instituto de Investigaciones Estéticas, UNAM, Museo Nacional de Arte, INBA, 2004.
Eric Van Young, “Millenium on the Northern Marches: the Mad Messiah of Durango and Popular Rebellion in Mexico, 1800-1815”, en Comparative Studies in Society and History 28 (1986): 385-413.