Archivo Histórico del Estado de Tlaxcala

Archivo Histórico del Estado de Tlaxcala. Año 1750, Caja 127, Expediente 33, fol. 1r-2v.

Gracias a la generosidad del Archivo Histórico del Estado de Tlaxcala, publicamos ahora, de su Catálogo de documentos en náhuatl del siglo XVIII, de próxima aparición, un documento que escogimos por su singular interés. No es, como casi todos los otros, un documento oficial, con sus temas recurrentes y fórmulas repetitivas, sino una carta, más directa e informal, que recoge algo del pensamiento y el habla de un tlaxcalteca de condición modesta, de Panotla y de 1750. En su carta, Pascual Antonio habla de tecolotes (demonios) en el infierno y recurre particularmente a metáforas oscuras referentes al cacao frío, hirviente o espumoso, y las bocas abiertas que lo reciben. También hace premoniciones o advertencias (guerra de plomo, derramamiento de preciosa sangre, ataques de turcos) para quienes no muestran amor fraternal, reconocimiento de la nobleza, consideración por los humildes y respeto a Dios.

Por tratarse de un documento de difícil comprensión, solicitamos el apoyo de un gran nahuatlato mexicano, el maestro Rafael Tena (Dirección de Etnohistoria, INAH), de quien son la transcripción y traducción que acompañan el original de esta carta. Este es el comentario que nos mandó el maestro Tena:


Se trata evidentemente de una carta. El texto original, por ser de época tardía, y porque quizá el autor no tenía mucha instrucción, es un poco rudimentario (en cuanto al léxico y a la sintaxis). Por consiguiente, una traducción demasiado literal resultaría necesariamente oscura. Lo que yo hice fue tratar de identificar a los personajes mencionados en la carta y ver cuál era la probable relación entre ellos (me parece que Nicolás Jacinto es un noble nahuatlato que presta sus servicios en el juzgado; Pascual Antonio es su amigo, un noble venido a menos que le pide favores; un abogado anónimo ha hecho un buen trabajo; Diego está en la cárcel por no pagar 40 pesos; Don Andrés es un procurador que engaña; “Miguel Bolantzin” es un mensajero); asimismo, tratar de descubrir la finalidad principal de la carta (solicitar que se ayude a Diego, cuya relación con Pascual Antonio no se precisa, y prometer el dinero que se necesite para que salga de la cárcel). Después traté de armar un texto más o menos coherente, a sabiendas de que a veces no estoy traduciendo sino más bien interpretando. Pero yo creo que es preferible ofrecer una traducción que puede estar equivocada en algunos puntos y no una traducción que no tenga sentido. (En particular, lo del cacao me parece una metáfora no del todo clara). Igualmente, me doy cuenta de que mi traducción, en el afán de ser inteligible, tal vez resulte “demasiado elegante” y esté alterando el estilo ingenuo del original; pero me parece empresa casi imposible conservar la espontaneidad del original y al mismo tiempo obtener un texto preciso y claro. Otra opción sería presentar no una sino varias paleografías y traducciones simultáneas. También me parece que es mejor proponer un trabajo provisional o perfectible y no renunciar a la divulgación de algo interesante. Zan íxquich.